Los docentes enfrentan una serie de desafíos que, podría decirse, comienzan antes de la planificación de estrategias y contenidos. Uno de esos, y tal vez el más crucial, es cómo mantener la atención y el interés de los estudiantes. En este escenario, donde las distracciones digitales y la sobreabundancia de información se convierten en enemigos a vencer, los educadores cuentan con dos enfoques que, si bien son diferentes, no son necesariamente opuestos: el macro y el microaprendizaje.
El primero de ellos promueve tiene como objetivo provocar la participación de los estudiantes. Se espera que ellos se involucren en su propio proceso de aprendizaje, abandonando el papel de meros receptores. Este enfoque los anima a tomar decisiones sobre cómo y qué aprender, mientras que el profesor actúa como facilitador, proporcionando recursos y estrategias que los ayuden a alcanzar los objetivos establecidos. Es una metodología que promueve la autonomía, la retención y la transferencia de conocimientos.
El microaprendizaje, por otro lado, se caracteriza por dividir el conocimiento en cápsulas más pequeñas, lo que, finalmente, se traduce en clases más cortas. En algunos casos, las clases pueden durar apenas unos minutos. El objetivo principal del microaprendizaje es brindar información precisa, condensada y relevante de manera ágil. Es común encontrar este enfoque en aplicaciones móviles, videos, infografías, juegos y otros formatos digitales. Entre las ventajas principales del microaprendizaje se puede destacar su eficiencia, ya que los estudiantes pueden adquirir conocimientos en poco tiempo y pasar rápidamente a otros temas. A pesar de su formato fragmentado, el microaprendizaje permite una retención adecuada de la información, ya que las piezas de conocimiento se van uniendo a lo largo de las lecciones.
Si bien ambos enfoques tienen como objetivo mejorar el aprendizaje, existen diferencias significativas entre ellos. En primer lugar, el volumen de los contenidos. Mientras que el microaprendizaje se caracteriza por presentar porciones reducidas de conocimiento para facilitar su asimilación, el macroaprendizaje busca cubrir una mayor cantidad de contenidos en cada sesión, permitiendo a los alumnos explorar los temas según los objetivos establecidos.
Otra diferencia radica en la duración de las clases. Las del enfoque macro tienden a ser más prolongadas y profundas. Se fomenta la exploración de diferentes conceptos y generando discusiones y diálogos en el aula. En contraste, el microaprendizaje puede llegar a prescindir de las sesiones físicas y utiliza plataformas digitales para entregar el contenido de estudio de manera más ágil. El microaprendizaje se adapta al aprendizaje ubicuo, que propone que el aprendizaje sea una tarea que puede darse en todo momento y en cualquier lugar.
¿Por qué no estos dos enfoques no son contrapuestos? Porque la recomendación habitual es combinarlos a ambos para enriquecer la experiencia de aprendizaje y mejorar el rendimiento de los estudiantes. Se pueden realizar debates en el aula y el desarrollo de proyectos para implementar el enfoque macro. Asimismo, se pueden utilizar técnicas de microaprendizaje para complementar en casa, con el fin de mantener la atención de los alumnos y facilitar la adquisición de conocimientos. La combinación de ambos enfoques permite aprovechar lo mejor de cada uno y brindar a los estudiantes una experiencia educativa integral y efectiva.