En marzo del año pasado, el Gobierno aprobó la reglamentación de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable Nº 27.642, más conocida como Ley de Etiquetado Frontal.
Entre otros puntos, esta legislación incluye un sistema de advertencias para alimentos procesados y ultraprocesados, en forma de octógonos negros con letras blancas en los frentes de los envases que indican la presencia de excesos de algún nutriente crítico, como azúcar o grasa. Los criterios se basan en el perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la salud (OPS).
En la Argentina, hubo un periodo de adaptación pedido por las empresas para readecuar sus etiquetas, pero desde agosto del 2022 se supone que todos los productos deben exhibir la identificación. Con lo cual, el grado de conocimiento sobre el contenido de los alimentos crece entre la población.
Ya con la ley en plena vigencia, en abril la firma investigadora de mercado Kantar hizo una encuesta a nivel nacional que reveló cuál es la reacción de los consumidores en las góndolas ante los productos etiquetados.
Una de las observaciones del estudio es que las góndolas ya están llenas de productos con octógonos negros y la proporción de argentinos que vio sellos supera en 10 puntos porcentuales a quienes conocen la ley.
Hasta ahora, 4 de cada 10 consumidores cambiaron alguna marca o producto; sin embargo, la proporción que piensa en reducir frecuencia de compra o volumen escala al doble.
Al segmentar a los encuestados por su grado de conocimiento y concientización sobre la Ley, el grupo etario de más de 50 años, los niveles ABC1/C2C3 y los residentes en GBA resultaron los de mayor conocimiento, en contraposición con los más jóvenes y los de la base de la pirámide que manifiestan estar más desinformados.
«Los sellos generan en gran medida sentimientos negativos hacia las marcas preferidas o que se consideraban saludables, y se empieza a pensar en modificar hábitos de compra, llegando a 8 de cada 10 quienes creen que podrían disminuir la frecuencia y/o el volumen de compra de productos con octógonos”, consignó el estudio de Kantar.
Al comparar los resultados de abril con un sondeo anterior, de enero de este año, también se reflejó la evolución del impacto de la Ley: se triplicó la proporción de personas que vio muchos productos con sellos (22% vs. 66%). Además, el 34% de los compradores modificó sus hábitos de compra en enero y esa proporción creció al 38% en abril.
Por otra parte, un 35% de la muestra -entre 1004 personas- adhirió totalmente a la siguiente idea: “Me sorprende que marcas que creía saludables tengan sellos”.
“En conclusión, resume Mariana Souto, directora de Ómnibus de KANTAR División Insights, “podemos decir que ante el nuevo packaging con octógonos surge un impacto emocional negativo, especialmente sobre las que eran marcas saludables o preferidas”.
«Comienza a percibirse un impacto conductual, que se traduce en la búsqueda de marcas con menos sellos o bien sin sellos. Además, se podrían ver afectados la frecuencia y/o el volumen de compra de ciertos productos”, señala.
Según Julieta Dejean, líder de CX, Analytics y Commerce de la misma empresa, «las marcas deben resolver algunas cuestiones en este contexto». Por ejemplo, «evaluar dónde queda la marca o categoría ahora que tiene sellos; entender qué espera el consumidor de esa marca e indagar cómo afecta la convivencia de productos con y sin sellos bajo el mismo paraguas de marca», entre otras cosas.